“Nada se hizo tan obsoleto en tan poco tiempo como la tecnología del futuro” En la última década fuimos testigos de la expansión de nuevas formas de comunicación, nuevos lenguajes, formas de relacionamiento, instantaneidad de la información, ubicuidad relativa. Todos los campos de la vida moderna fueron impactados por lo que comúnmente han llamado tecnologías de la Información y la Comunicación.
Años después estamos sobre diagnosticados. Abrumados por la velocidad con la que circula la información, con la que se viralizan los contenidos digitales, sin control, sin censura, sin filtro, democráticamente. Movimientos sociales multitudinarios reunidos a través de las redes sociales; tragedias y espectáculos transmitidos en vivo, por cualquiera, en cualquier parte.
La educación, por supuesto, no
escaparía a estos cambios.
El panorama cambiante es mirado con recelo por muchos educadores e
instituciones. Temen ser suplantados, relegados. Y esto precisamente
ocurrirá si no entran en sintonía, se adueñan de las nuevas formas
pedagógicas, las usan, las dominan, las comparten, las perfeccionan.
Las nuevas formas de educación virtual se tomaron el mundo. Pese a
los temores, hoy el 89% de las instituciones educativas de nivel medio y
superior ofrecen por lo menos uno o más cursos, talleres, seminarios,
etc. a través de la modalidad virtual. En muchos casos la
complementariedad y sincronía con el modelo presencial o semi
presencial fue lento, pero hoy en día no es un tímido experimento de
entusiastas pedagogos sino una realidad global (1), perfectamente
sustentada, que no ha pretendido suplantar la educación formal, sino
rebasarla.
Y aquí es donde sus más dogmáticos críticos ponen a sonar sus
cascarones. Ante la imposibilidad de usar esas tecnologías, por
desconocimiento en la mayoría de los casos, la califican de insustancial,
impersonal. Aducen –y solo en parte con razón que el contacto físico,
visual, es indispensable, irremplazable. Que nuestro lenguaje mediado
por los ordenadores y otros dispositivos y artilugios adolece de la rica
variedad y expresividad del lenguaje corporal, de la situación del otro
en el espacio compartido, de la solidaridad real, etc., etc. Y sin embargo, la educación virtual gana terreno, se expande,
complementa o rebasa los procesos formativos alrededor del mundo y
llega a lugares y personas que por otros medios no contarían con el
acceso.
Las barreras nacionales, idiomáticas y científicas se desdibujan.
Hoy es posible hacer estudios de caso en genómica funcional en la
Universidad de HARVARD (2) o un curso de Política y derecho
medioambientales en la Universidad de YALE, o estudiar en una
universidad brasileña un curso de Procesamiento Digital de Señales (3),
o hacer toda una carrera profesional en la UNAD. (4).
La oferta
académica virtual es enorme.
EL 80% de lo que se ofrece por internet es gratuito y en todo caso los medios electrónicos al reducir los costos impactan en los precios y siguen siendo rentables. Una especialización en Pensamiento Filosófico Alemán, con dos de los más importantes profesores de Leipzig y Frankfurt, cuesta alrededor de 39 euros, con acceso a charlas en vivo, conferencias, textos, recorridos virtuales, audiolibros, videos especializados, traducción simultánea a 15 idiomas, evaluación por docentes externos y acreditación de 60 puntos (créditos) internacionales, diploma y grado.
EL 80% de lo que se ofrece por internet es gratuito y en todo caso los medios electrónicos al reducir los costos impactan en los precios y siguen siendo rentables. Una especialización en Pensamiento Filosófico Alemán, con dos de los más importantes profesores de Leipzig y Frankfurt, cuesta alrededor de 39 euros, con acceso a charlas en vivo, conferencias, textos, recorridos virtuales, audiolibros, videos especializados, traducción simultánea a 15 idiomas, evaluación por docentes externos y acreditación de 60 puntos (créditos) internacionales, diploma y grado.
Sus estudiantes son
mayoritariamente alemanes, incluso de las universidades
mencionadas, pero también hay asiáticos, africanos, y
latinoamericanos. El intercambio cultural, la comunicación entre
estudiantes y profesores es más que enriquecedora. La participación
de todos es constante, activa, interpelativa, y los profesores generosos
con tan valioso intercambio.
Lo mencionado anteriormente obedece a una escala institucional y
profesional, pero la misma pedagogía virtual se traslada a otras esferas,
a la técnica y obviamente a la tecnológica. La educación media en los
últimos 8 años sufre un boom, con la oferta de cursos, mini cursos,
talleres y seminarios. De todo tipo se encuentran en la red.
Algunos
con probada eficiencia y larga trayectoria (5) (6). Uno de esos casos es
el SENA que atiende mediante formación virtual a más de 400 mil
estudiantes al año, en 300 cursos virtuales de casi todas las áreas, con
intensidades horarias no menores a 40 horas, certificando a sus
estudiantes y siendo reconocida internacionalmente como la
experiencia de educación media técnica y tecnológica virtual más
innovadora de la década. Sus estudiantes habituales, unos 380.000
siguen asistiendo a las instalaciones físicas. No ha habido conflicto y
por el contrario sincronía y enriquecimiento mutuo.
Y la escala sigue hasta los hogares.
Los tutoriales, videos o documentos explicativos sobre cualquier tema, son un recurso cotidiano para miles de personas. No sabes editar una foto? Solo YouTube para esta necesidad te arroja 243.000 resultados alusivos a tu búsqueda. Cualquiera con un ordenador, puede aprender casi cualquier cosa. El medallista olímpico keniano Yulius Yego, quien gano medalla de plata en RIO 2016, aprendió y se entrenó viendo videos en YouTube para lanzar la jabalina. No es un chiste, ni una utopía. Una realidad que rebasa “el deber ser” de la educación, que descoloca al individuo de sus limitaciones territoriales y lo ubica mejor condicionado para conseguir sus propósitos. Los tutoriales, que didácticamente se presentan principalmente en el formato de video, suelen ser muy específicos. Sin embargo los hay de larga duración. Sabes crochet? Aprende. Sabes origami, aprende. Ya sabes hacer alguna de estas dos cosas, comparte con el mundo y enseña. Esa es la regla básica, esa es la estructura de un mundo colaborativo en medio de tantos rasgos disfuncionales de la sociedad, su paradoja.
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Alejandro Salazar
Docente Investigador.
Los tutoriales, videos o documentos explicativos sobre cualquier tema, son un recurso cotidiano para miles de personas. No sabes editar una foto? Solo YouTube para esta necesidad te arroja 243.000 resultados alusivos a tu búsqueda. Cualquiera con un ordenador, puede aprender casi cualquier cosa. El medallista olímpico keniano Yulius Yego, quien gano medalla de plata en RIO 2016, aprendió y se entrenó viendo videos en YouTube para lanzar la jabalina. No es un chiste, ni una utopía. Una realidad que rebasa “el deber ser” de la educación, que descoloca al individuo de sus limitaciones territoriales y lo ubica mejor condicionado para conseguir sus propósitos. Los tutoriales, que didácticamente se presentan principalmente en el formato de video, suelen ser muy específicos. Sin embargo los hay de larga duración. Sabes crochet? Aprende. Sabes origami, aprende. Ya sabes hacer alguna de estas dos cosas, comparte con el mundo y enseña. Esa es la regla básica, esa es la estructura de un mundo colaborativo en medio de tantos rasgos disfuncionales de la sociedad, su paradoja.
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Alejandro Salazar
Docente Investigador.
(1) http://www.unesco.org/en/efareport/ddm/
(2) https://www.edx.org/es/schools-partners
(3) https://www.coursera.org/learn/pds?siteID=OUg.PVuFT8M7mk9h7MuQtNgHdTwuP8nPQ&utm_medium=partners&utm_sourc
e=linkshare&utm_campaign=OUg*PVuFT8M&utm_content=10
(4) https://www.unad.edu.co/
(5) http://oferta.senasofiaplus.edu.co/sofia-oferta//
(6) https://www.eadic.com/cursos-online/
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